
Fin del sueño albiazul: el uno por uno de Talleres

Belgrano y la obligación de ponerse de pie

Agustín Salzano
Perdiodista
“Chupete, ¿viste que el 10 que marcaste vos se fue al Barcelona?” El que se había ido al Barsa era el mismísimo Lionel Messi; el que lo había marcado (“Chupete”) era Mario Pereyra, en ese entonces jugador de la recordada clase 87’ de Juniors; y el que le pasaba el dato era el DT que le había encomendado la tarea: “Cuando el 10 vaya a tomar agua, vos vas a tomar agua, si él va al banco vos vas a el banco. Vos no jugas; vos lo seguís a él”.
Esta escena se dio a finales de la década de 1990, cuando Mario no solo marcó al 10 cuando se enfrenaron con Newell’s, sino que al finalizar el encuentro intercambió camisetas con él. Aún hoy conserva ese “trofeo” como recuerdo invaluable de sus épocas de jugador.
¿Cómo conociste a Messi?
Yo lo conocí entre los 11 y 12 años, fue en el 99 o 2000, por un viaje que fuimos a Rosario. Yo jugaba para Juniors y andábamos bien. Una vez, jugamos la preliminar entre Talleres y Belgrano en la Final del 98 contra la categoría 87 de Belgrano. En ese momento se hablaba de que acá en Córdoba éramos los mejores. Teníamos a un jugador que era un crack: el “Pescadito” Usuratch. Le ganábamos a todos en Córdoba, supuestamente no había competencia; y nos llevaron a jugar frente a la mejor categoría 87 de la Argentina, que era el Newell’s de Messi.
“Chupete” recuerda que pararon tres días en las casas de los anfitriones: “Me albergaron en la casa del primo de Antonella Roccuzo (luego esposa de Messi). Jugamos un partido amistoso en el predio de la Lepra, después de ahí nos volvemos a Córdoba pero hicimos amistades con los chicos”.
Después de ese primer encuentro, la 87’ de Juniors siguió participando en campeonatos, hasta que se volvió a cruzar con el Newell’s de Messi en un torneo el en club El Trébol de Santa Fe. Primero se vieron las caras en la zona de grupos, donde la Pulga brilló, anotando todos los goles del 4 a 0 para el equipo rosarino: “Recuerdo que no le podíamos sacar el fútbol”, dice Mario.

Messi y la famosa categoría '87 de Newell's.

Mario junto a su "manto sagrado"
Juniors se recuperó de esa derrota y siguió adelante en el torneo hasta la final, donde enfrentaría nuevamente a Newell’s. Fue en ese partido cuando el DT le encargó hacerle marca personal al pequeño gran Lionel. “Salimos 0 a 0 el primer tiempo. Sin embargo, el destino me jugó una mala pasada. Yo tenía un amigo en NOB y siempre le decía que se la quería quitar dentro del partido. En un momento del juego, yo lo estaba marcando a Messi, lo descuidé un segundo para quitarle la pelota a mi amigo, él se la dio a Messi, Lionel los paso a todos -hasta el arquero- pateó, pegó en el palo y gol. Perdimos. Un segundo lo descuidé y ya había marcado la diferencia”, recuerda Mario.
Ese día, que con el tiempo se volvería mágico, tuvo su broche de oro para aquel niño cordobés: “Cuando terminó el partido yo me saco mi remera, se la doy y él me da la suya. Él era el capitán. De hecho, esta camiseta que tengo en mis manos tenía una cinta scocht marrón que con el tiempo la tuve que sacar”.
El “manto sagrado”
Ahí comienza la otra parte de esta historia: el recorrido de esa remera hasta hoy. Cuando Messi todavía no era MESSI, Mario usó la camiseta en algún que otro picado en el campito de la costanera de San Vicente. Incluso hasta le perdió el rastro durante años, sin saber que su madre la había guardado.
De aquel equipo de Juniors de la clase 87’, Mario no solo se conserva el recuerdo futbolístico, sino también algunas amistades, como la de Juan Ingaramo, hoy reconocido músico cordobés. Fue el “Negro” quien años después, ató cabos y se dio cuenta de que el 10 de Newell’s al que no le podían sacar la pelota y que había cambiado la camiseta con su amigo “Chupete”, era el mismísimo Lionel Messi.
La pregunta del millón fue dónde estaba esa remera. Ahí fue cuando Claudia, la mamá de Mario apareció con el trofeo: “¿Sabés las veces que pensé en tirarla?”, le preguntó.
¿Qué sentimiento te provoca tener esta camiseta?
Es un manto sagrado. Muchas veces pensé en regalársela a mi hijo que quiere ser jugador de fútbol. Porque me hubiera gustado que mi viejo me regale la camiseta de Maradona. Por algo Dios me puso este manto sagrado en mis manos, yo creo que me puede cambiar la vida. Si yo lo vendo, me tiene que cambiar la vida. Si no, no; no se vende.
Hoy en día, Mario vive una vida lejos del fútbol, trabajando en su taller de chapa y pintura, pero ser ex jugador no es fácil: Gracias a Dios, tengo una vida en paz, tranquila. Es difícil tener equilibrio; a veces pienso porque él (Messi) sí y yo no. Pero gracias a Dios lo superé. Yo vivo en mi hijo mi sueño de jugador frustrado, yo soy un ex jugador, pero estuve mal en serio, no tenía ganas de nada. Me hacía tan mal el fútbol que llegué en un momento a no mirarlo porque me dolía. Estamos hablando de mis 18/19 años. El fútbol es muy duro; hay que tener suerte y tenés que tener mucha contención, que nosotros no la teníamos. Ahora me gustaría trabajar con chicos. Hay muchos chicos jugando y pocos llegan a primera, algo mal están haciendo, yo creo que es la falta de contención”.
¿Te gustaría verlo cara a cara a Messi en estos momentos?
Creo que mi mayor felicidad seria conocerlo, charlar con él y felicitarlo. A mí, un partido de fútbol de cuando tenía 11 años me puede cambiar la vida, imagina lo que significa Messi para mí. Yo era hincha del Barcelona, ahora de PSG y cuando Messi deje la selección no la miro más.

Mario Pereyra posa con su par de Newell's en otro amistoro en Santa Fe.