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Francisco Bolletta
Periodista
18 de mayo de 2014. El periodista se sienta, internamente golpeado por la caída 2 a 1 ante Atlético Tucumán en el Kempes, y escribe.
Acostumbrado a hacer textos emotivos, de esos que el hincha no para de esperar antes de cada partido, como si fuera la introducción de Matías Barzola, por esos años en Radio Sucesos, que le permitieran al hincha soñar, creer en que todo podía cambiar, y "que sea lo que Dios quiera y Dios quiera que gane Talleres", casi como una plegaria.
Ese mismo día, 18 de mayo de 2014, un tal Julio Moya, referente ineludible del periodismo deportivo cordobés en los últimos años, con una pluma única (que hoy ya no está entre nosotros), escribe la historia de Claudia Ludueña. Una hincha que lloró sentada en el Kempes, tras una nueva derrota que dejaba a Talleres, otra vez, a un paso del abismo.
Nuevamente a un paso de volver al infierno de aquel Torneo Argentino A. Y Julio se sienta y escribe la historia de Claudia: una hincha de Talleres de toda la vida, de esas que fue junto a su familia en las buenas, en las malas, en todas, y que ese día lloró de bronca, tristeza y casi resignación.
"Soña Talleres, todo es posible", titula Julio Moya en el suplemento Día Deportivo del ya extinto periódico Día a Día, escrito el 18 pero publicado el 19 de mayo.
Como si fuese un deseo, esperando el milagro futbolístico de que todo se revierta. Aunque todos, internamente, saben que el enfermo no mejora. Y que Talleres ese día perdería 3 a 2 con Independiente Rivadavia en Mendoza y dilapidara una de sus últimas chances de mantener la categoría en la B Nacional.
Esa nota se escribió un 18 de mayo, un día como hoy, pero de hace sólo ocho años.
Y también es un 18 de mayo el día en el que el vestuario visitante del Estadio Nacional de Lima explota de alegría. Emerson Batalla, uno de los más tímidos y que menos pudo demostrar del plantel, sentado arriba de los armarios, con un parlante a su derecha y tirando agua a sus compañeros. Guido Herrera, uno de los más golpeados por las críticas en el último tiempo, abrazando a quien se le cruzara por delante. Y todos, absolutamente todos, explotando de algarabía.
Porque Talleres -aunque esa familia que hace ocho años se fue llorando del Kempes aún no lo sepa- tendría en un futuro no tan lejano el destino, la posibilidad, o lo que fuese, de estar entre los mejores 16 equipos de América.
¿Quién la iba a convencer de que ocho años más tarde, pasaría de ver una débil respuesta de un arquero a un tiro de media distancia, condenando a su club a bajar de categoría; a que el arquero y capitán de su equipo festeje un mano a mano en el minuto 88 de un partido en Perú para sostener la clasificación a los octavos de la Libertadores?
Y es cierto, el partido quizás no fue lo que se esperaba desde lo futbolístico, con un Talleres que tuvo que aguantar el asedio de un Sporting Cristal que con mucho amor propio intentaba jugarse sus últimas fichas para poder clasificar aunque sea a la Copa Sudamericana.
El arquero nacido en Río Cuarto se hizo gigante e impidió, al menos cinco veces, la caída de su arco. Y más aún se hizo cuesta arriba con la expulsión de Santos, y la posterior salida de Matías Godoy, con una molestia.
Pero Talleres siguió el Plan Caixinha: un equipo corto que entendió y se convenció de que tenía que ponerse el overol y trabajar el partido: nada de locuras, de separar líneas, de ir desbocados a buscar el arco del peruano Alejandro Duarte que fue en gran parte del encuentro un actor de reparto.
Pero así y todo, Talleres lo aguantó, no se desesperó, y recibió la ayuda del poderoso Flamengo que, en Río de Janeiro, goleó 3 a 0 a la Universidad Católica de Ariel Holan que ahora deberá conformarse con ingresar a la Sudamericana, como si fuera poco.
Y es que quizás sin darse cuenta, y también con la espina clavada de haber sido protagonista de una mala temporada en el torneo doméstico, Talleres se metió entre los 16 mejores equipos del continente: una hazaña nunca antes vista en el fútbol de Córdoba y algo que sucedió a cuentagotas entre los equipos del interior del país.
Sí. Ese Talleres, el mismo Talleres que hace ocho años hizo llorar a Claudia y a miles de hinchas más, se metió entre los 16 mejores equipos del continente.
"Es importante romper esa historia de que a veces no se puede, que siempre quedamos ahí... había que romper eso, y se rompió", dijo el presidente de Talleres Andrés Fassi a la salida del Estadio Nacional de Lima.
Y hoy, 18 de mayo, el mundo Talleres amaneció imaginando un sorteo que vendrá en algunas semanas, analizando posibilidades, pensando en rivales, observando los demás grupos del torneo más prestigioso de América a nivel clubes.
Y lo hará soñando. Soñá Talleres, todo es posible.